«Ahí estaban. Solitos en la tranquilidad que ofrece Pilar y el verde paisaje que decora cada rincón. Ellos dos, padre e hijo... Alberto Acosta, el viejo. Y Mickael, el nene. De punta en blanco, poniéndose el traje de anfitrión, el Beto recibió a Olé como si fuese su casa. En realidad, Fénix sí es su casa. Al punto que no tuvo problemas en abrir él mismo el estadio para hacer algunas fotos. Acosta sonríe ante la cámara y ante la vida. Es que el último sábado se dio el lujo de compartir el mismo partido con su hijo, siendo uno de los pocos en hacerlo en nuestro país. Fue en la derrota 1-0 contra Berazategui, por la 28ª fecha de la Primera C, aunque ni la adversidad del resultado fue más fuerte que la emoción que sintió papá Alberto.» Como o tempo passa... Malae
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